Iba asustado, como siempre miraba hacia atras una vez por minuto, obsesivamente. Nada lo perseguia solo era victima de una soledad inabarcable y agobiente, lo perseguian fantasmas inexistentes y lo miraban ojos que nunca fueron y que nuca seran. La calle era ancha y larga como un pergamino antiguo donde se ocultan mil secretos, era de esas calles que a lo lejos se te hacen agua en los ojos, deserticas. Llenas de cuerpos sin alma ni escencia.
El caminaba para los demas, pero su mente corría. Su cerebro volaba acelerado por una cabeza que siempre es pequeña para guardar todas las historias de una vida mal vivida.
Eran las 8 e iba a lo de siempre. Tenia que beberse las pastillas esas que, ha regañadientes, le cambian paz por neuronas y alma; se bebía las pastillas en el mismo sitio de siempre, el restaurant barato de frituras que quedaba en la esquina de la calle 13.
Como todos los dias llegaba al sitio con una sonrisa tallada en la mandibula, una sonrisa de esas sonrisas que no se rien, sino que se burlan de uno mismo.
El Sr.G (todavia no conocia su nombre real) siempre de camisa blanca, chaqueta marrón claro con rallas marrón oscuro en el cuello y los puños respectivamente; la chaqueta estaba sucia y, como era usual en el, apestaba. También llevaba las gabardinas azules de todos los días, las mismas gabardinas azules a las que les cogía el ruedo de las botas hacia afuera, de manera que las medias negras que no se quitaba nunca se pudiesen ver con claridad. Los zapatos esta vez no eran los botines de tela blanca que siempre se ponía para salir de casa, sino unos mocasines de cuero marrón viejos y roídos que tienen un hueco justo donde se esconde el meñique. El Sr.G usa lentes de aviador, sufre de un astigmatismo fuerte que no lo deja distinguir ni las cosas lejanas ni lo que esta muy cerca; por eso nunca entendió el abismante futuro lleno de eternidad, ni el oscuro pasado cargado de sufrimiento y trauma. Los lentes que fueron plateados y estaban bien pulidos en su corta juventud ahora son gris oscuro, opacos, tristes, y oxidados en las uniones, están sujetados a el por un hilo rojo muy fino y viejo, de mecate.
Quisiera hablarle, conocerlo, perseguirlo todo el día mientras camina, tomarle fotos, escucharlo, vivir con el si es posible. pero me asusta la decepción, no quiero decepcionarme de el -bueno, de lo que yo he pensado y creado de el- no quiero a un Sr.G racional, lógico o perfectamente plantado en este mundo, esta demasiado alto en mi pedestal de inmoralidades y absurdos como para que termine siendo un sujeto común y corriente, no me perdonaría saber que es un tipo normal, con familia, trabajo etc... seria un golpe muy bajo para mi conciencia y para mi voluntad de creación, Seria muy aburrido, incluso seria mas aburrido que haber vivido sin haberlo visto nunca. No quiero aburrirme, por eso escribo esto, es una excusa para salir del letargo de mis días repetitivos y largos, de mis noches sin sueño. El Sr.G debe ser una bestia, un corroído corruptor, un retrato fiel y humano del absurdo de la existencia, un disasociado adicto a las pastillas y al vino, siempre y cuando vallan de la mano. Mi Sr.G vive al limite siempre, no tiene ni para el agua, menos para comida; es esquizofrénico, obsesivo-compulsivo, paranoico, asmático. En conclusión, un manojo de angustias y horror.
lunes, 12 de febrero de 2007
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